Por: Mauricio González
Era 1920, el mundo después de la Primera Guerra Mundial está más ganoso que nunca….. Europa era testigo de una poderosa sobredosis intelectual y creativa, todos quieren tener su propia y personal tendencia, a tal punto que parecia que en el París de la época, cada artista “medio bueno” podía tener una noche de bohemia superinspirada y al amanecer era dueño de algún “ismo”.
Cubismo, suprematismo, purismo, puntillismo, abstraccionismo…
En medio de esa atmósfera, sobrecargada de intelectualidad y optimismo, creciendo alrededor de prolongadas noches de juerga parisina, dos panas, al menos así quiero imaginarlos, se reúnen y emiten su primer manifiesto crítico, se fueron contra el cubismo, lo consideraban “irracional y romántico”, así de arriesgados eran los panas…
Ojalá nos llamen locos también…
Claro que los tildaron como locos, incluso les prohibieron exponer su pabellón en la Feria de las Artes Decorativas de París, “por feo”; no se imaginaron que le censuraban a uno de los arquitectos más influyentes de la historia. En todo caso la pelearon y se la sacaron…
Es en honor a ellos -sin ánimo alguno de comparar ni su trabajo, ni sus ideas con las nuestras- que nosotros tambien nos la jugamos, con las mismas ganas, la misma situación económica (casi nada) y el mismo deseo pasional por decir lo que pensamos y lo que vemos de este mundo, de esta ciudad en la que vivimos y donde al igual que en el París de los 20 pasan cosas extremas, con gente que vive al filo, y con personas que quieren saber y ver, eso es Barranco y en tributo de los que ya lo hicieron antes, lo hacemos nosotros ahora.
Ojalá nos llamen locos también…